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El Flamenco, esa fusión étnica que hoy es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, tiene orígenes inciertos y nebulosos, incluso para los más leídos profesionales del género. La Historia del Flamenco está llena vacíos, de hipótesis, de mitos y de falsas creencias. Y son estas precisamente las que lo hacen tan interesante.

Unos defienden su origen gitano, otros el origen árabe y otros su nacimiento en territorios cristianos. Hay una querencia natural a creer la teoría que se acerca más a nuestra étnia, y esto será siempre una discusión difícil de cerrar.

Pero lo cierto, por demostrado, es que lo único que se puede afirmar con claridad es que el Flamenco se produce y reproduce en un territorio bien localizado: El Río Guadalquivir a todo su largo, el río como canal de comunicación e intercambio de mercancías e ideas. Desde los puertos de Cádiz entra el Flamenco hasta Jerez, y sube a Triana y cruza a Sevilla, y sigue hasta Puente Genil y llega a Córdoba cruzando ya su puente romano y sigue hasta el siguiente puente en Montoro. Ya no viaja en barca, ahora va en diligencia, de venta en venta hasta Madrid, donde presumen de tener su propio palo flamenco “los Caracoles”

El Guadalquivir como eje de la vida de gran parte de Andalucía, es la raspa vertebradora del Flamenco, lo mismo que para el Blues lo fue el trasiego del Mississippi. Esto también nos habla de la fusión que es y ha sido el Flamenco desde el minuto uno. Pues a estos puertos arriban los gitanos en su larga diáspora desde que son expulsados de la India, después de siglos establecidos a las orillas del Gran Nilo (Recordemos aquí que la palabra gitano es una corrupción de “egipciano” pues en un primer momento se pensaba que provenían de Egipto). Pero por estos puertos antes habían entrado los griegos y los romanos, después los árabes y hasta los vikingos que llegaron hasta Sevilla.

Y todos a su paso compartieron sus canciones e instrumentos, pues la música se creó para compartir, es de las artes la más colectiva, participativa y amoldable al momento. Aquí empieza la fusión y la divina confusión de nuestro Flamenco. Cientos de cantos distintos se agrupan en un todo, clasificados en lo que llamamos “palos”. La soleá, los tangos y tanguillos, el fandango, la bulería, la toná, el martinete, la seguirilla, la cantiña, la alegría, la petenera, los cantes de ida y los de vuelta… cada uno con sus tiempos y compases que hacen al Flamenco muy extenso y complejo.

Son tantos los palos y tan diferentes, que no hay estudioso, grupo o peña flamenca que no haya intentado ponerles orden y tiempo, por ver si esto ayuda a desvelar sus secretos. La forma que todos eligen para ello es la de un árbol genealógico. Sobre él trabajan concienzudamente trasladando a sus ramas el fruto de sus discusiones y acuerdos, unos se apoyan en otros pero no hay dos árboles iguales. Toda peña flamenca que se precie, tiene en sus paredes colgado en sitio principal su árbol genealógico del Cante y sus Palos.

Ninguno coincide pero todos se parecen. La base troncal son los cantos primitivos sin acompañamiento: la toná y sus versiones para cada oficio; el martinete que procede de las fraguas, las carceleras, los cantes de trilla, las saetas…

Y a partir de aquí comienzan las ramas a abrirse, y por una se va el Fandango y todas sus variables geográficas. Por otra se va la Soleá y la seguirilla creando las ramas más gitanas, por otra rama se van los cantes de ida y vuelta; los que viajan a América y vuelven en forma de Rumba, guajiras, milongas, garrotines… y así van llenando de ramas y hojas este frondoso y rico árbol de los cantes flamencos.

Quizás pienses que cuando hayas aprendido las ramas de este milenario árbol igual sabes algo de flamenco. Pues nada más lejos, ahora deberás escuchar, escuchar y escuchar hasta llegar mínimamente a distinguir un palo de otro. Algunos son relativamente fáciles de distinguir, otros endiabladamente difíciles.

Si algún día llegas a este nivel en tu conocimiento del Flamenco, enhorabuena! eres un aficionado, pero aun te queda. Porque ahora hay que aprender a distinguir las variables de un solo palo, según su interprete, es decir, que no es lo mismo la soleá por el Nitri que la soleá por Bernardo el de los lobitos. Pero esto ya es solo para postgrados con muchos másters. Tú no te agobies ni te sientas pequeño, tan solo escucha y disfruta desde el primer momento, porque desde el primer momento el flamenco te revolverá y te tocará el corazón.

FUENTE: www.hotelviento10.es/es/arte/el-arbol-del-flamenco