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Cantará mi niño

Manuel Gerena nació en la Puebla de Cazalla, en 1945.

Siendo niño estudió en el colegio San José, pero pronto tuvo que abandonarlo para iniciarse en el mundo del trabajo.

Manuel dejó la escuela y ejerció varios trabajos: repartidor de paquetes, jornalero en el campo o electricista –oficio que aprendió de su padre–; situación laboral dura y precipitada –dada su edad– que fue modelando, en su pensamiento y en su personalidad, una conciencia social y una rebelde indignación ante la injusticia que en 1967 –año en que terminó el servicio militar– se le hizo incontenible. Fue entonces cuando decidió dedicarse de lleno al flamenco –arte en el que se había venido iniciando y que le entusiasmaba– convirtiéndolo «en su arma cargada de futuro», es decir, en el cauce de expresión puesto al servicio de la lucha y del encuentro con la libertad que él tanto anhelaba y que en aquellos años estaba radicalmente amordazada.

Y así fue como Manuel arrancó el vuelo por los senderos del flamenco. Su primer concierto como profesional tuvo lugar en Alcalá la Real, en 1968; posteriormente realizó una gira por diversas ciudades alemanas –pobladas de emigrantes españoles– y conoció en París a Paco Ibáñez, a quien acompañó en varios conciertos.

Manuel Gerena en la Actualidad

Como crónica y como testimonio de aquellos inicios de Manuel al «cante», y a la defensa de la libertad y a la lucha antifranquista, son muy hermosas las siguientes palabras de Caballero Bonald, tomadas del prólogo del libro «A contracorriente por la dignidad»:

«En momentos en que la cultura oficial española se afanaba en desertizar el espacio popular de la cultura, Gerena se echó a andar por el mundo adelante, cantando donde podía y a veces también donde no podía. Y como lo que cantaba eran verdades como puños, intentaron amordazarlo con los puños de la mentira. Una consabida barbarie a la que respondió Gerena con la táctica consabida de la resistencia. No lo pensó dos veces y, con las únicas armas del cante, montó su guerra privada contra la tiranía: un foco más de legítima defensa frente a aquellos años sombríos, macerados en las aguas residuales de todas las represiones. Él era un juglar en tiempos de miseria, es decir, un muchacho que pretendía contar en la plaza pública la historia de un pueblo acosado. Pero no pudo hacerlo más que sorteando a duras penas las vigilancias inquisitoriales. Y al fin, como los jornaleros de su desdichada tierra, tuvo que emigrar. Gerena vivía para el cante pero también vivía del cante. Dos hambres juntas –la física y la moral– eran demasiado. De modo que se fue con su música a otra parte, o sea, que se quedó donde estaba».

Si el gobierno no me oye

Manuel Gerena, con la claridad y la sencillez de su lenguaje y de sus cantes; con su generosidad, su honestidad y su bondad –siempre fue un ser humano «bueno» de verdad–; con su compromiso radical y solidario con los obreros, los campesinos y, en general con la llamada «clase trabajadora»; con su incondicional militancia por la libertad…; se convirtió en uno de los «cantaores» y de los cantantes –»el cantautor famenco»– más populares de los años setenta; tanto que grandísimos poetas como Rafael Alberti o Blas de Otero le dirigieron y dedicaron hermosas palabras.

Rafael Alberti, en diciembre de 1971 –residiendo en Roma– le escribió a Manuel el siguiente poema:

«La coplas que a ti te salen, / te salgan como te salgan, / valen. / Porque tú no estás, ni estamos, / para fuegos de artificio / cuando apenas respiramos. / Escribir para cantar…. / cuando se canta, lo escrito / ya pertenece a la mar. / Te llamas Manuel Gerena, / ¡qué bien consuena tu nombre / con la pena! / La pena que es valentía / cuando no dejan al pueblo / más que pena y agonía. / Pena grande que quebranta / los huesos si al pueblo ponen / una soga en la garganta. / Canta muchacho andaluz, / porque tu cante a la sombra / le quita cruz y da luz. / Canta y sigue, por delante / de ti se abre toda España /a la honda voz de tu cante».

Por su parte, Blas de Otero escribió: «Manuel Gerena canta de los pies a la cabeza del cuerpo y del alma, y el cante queda vapuleado y vapuleado queda el que lo escucha. Y sus letras –letrillas, como él dice– sencillas, pero profundas, son auténtico viento del pueblo».        

Manuel Gerena junto a Rafael Alberti

Manuel empezó a grabar sus primeros discos entre 1970 y 1973 con el sello discográfico catalán Belter, creado en 1954.

En 1972, Belter publicó un recopilatorio de Manuel Gerena cuya cubierta fue ilustrada por Josep Guinovart –extraordinario pintor cantalán fallecido en 2007–, que posteriormente ilustraría también el disco «La raiz del grito» (1975), de Diego Clavel; «Salvat-Papasseit per Ovidi Montllor» (1976) o «Paco Ibáñez canta a José Agustín Goytisolo» (2002).

En 1974, rota su vinculación con Beter, Manuel Gerena grabó uno de sus discos más emblemáticos con la discográfica Edigsa; fue un doble LP titulado «Cantes del pueblo para el pueblo», álbum presentado con un texto de Francisco Candel, e ilustrado con una extraordinaria obra de Ortega –José García Ortega– pintor y grabador representante del «realismo socialista» de la posguerra española.

Al año siguiente, 1975, Manuel fichó con la empresa discográfica Ariola y grabó «Cantes andaluces de ahora», presentado con un texto de Manuel Barrios –Premio Nacional de Flamenco– e ilustrado nuevamente por Ortega. (José Ortega ilustró también el primer disco de Chicho Sánchez Ferlosio, grabado en París con el título de «Canciones de la resitencia española», 1963; y el segundo LP de Paco Ibáñez, «España de hoy y de siempre», 1967).

En 1976, grabó su segundo disco en Ariola, titulado «Ábreme las puertas, pueblo»; y ese mismo año empezó a hacerlo con la compañía Movieplay en la que continuó con la tradición de ilustrar las cubiertas de sus discos con obras pictóricas, ese fue el caso, por ejemplo de los LP’s «Canto a la libertad» (1976), ilustrado por Paco Cuadrado; y «Canto a la unidad de verdad» (1978), ilustrado por Puebla.

Otros discos de Manuel Gerena fueron «Alianza del pueblo nuevo» (Movieplay, 1977) –grabado en directo–; «Levante» (Movieplay, 1979); «Del sur vengo a ti» (Zafiro, 1989) –doble LP en el que incorporó una preciosa y apasionada versión flamenca de la canción «Que c’est triste Venecia», de Aznavour, a la que tituló «Una noche de amor»–; y más recientemente «Manuel Gerena canta con Miguel Hernández» obra editada en 2001, por Alía Discos y «Tres voces de un corazón: Flamenco, sevillanas y canciones» (2002).

Tabla de Manuel Gerena en el parque del flamenco de Fuente Palmera

FUENTE: www.cancioncontodos.com